Por Mariana Delgado Prado
Para Parlé Noticias Mundo

Dicen los especialistas que el cuerpo grita lo que el alma calla. Y quizá no exista una expresión más certera para describir la fibromialgia, un padecimiento que durante años fue minimizado, mal diagnosticado o, peor aún, ignorado.
Hoy la ciencia y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconocen oficialmente como una enfermedad crónica e incapacitante, caracterizada por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga extrema, alteraciones del sueño y, en muchos casos, una profunda carga emocional.

Una enfermedad reconocida legalmente como incapacitante

De acuerdo con la OMS, la fibromialgia está clasificada dentro del Código Internacional de Enfermedades (CIE-11) bajo el apartado “trastornos de dolor crónico generalizado”.
Y aunque su reconocimiento médico ha sido lento, en varios países ya se le considera una causa legítima de incapacidad laboral.
Entre ellos se encuentran:
   •   Estados Unidos, donde la Social Security Administration la reconoce como causa de discapacidad si limita de manera severa la capacidad de trabajo.
   •   Canadá, que incluye la fibromialgia dentro de las condiciones crónicas que dan derecho a prestaciones por incapacidad.
   •   Reino Unido, donde el Department for Work and Pensions la considera una condición incapacitante dentro de su programa de beneficios sociales.
   •   Alemania, Francia y Australia, que cuentan con legislación y protocolos específicos para reconocer la invalidez parcial o total derivada de este padecimiento.

En México, el reconocimiento aún se encuentra en debate. Aunque existe diagnóstico y tratamiento en el sector salud, la fibromialgia todavía no se contempla de manera explícita como causa de incapacidad permanente en la Ley del Seguro Social. Un vacío que deja a miles de pacientes en la incertidumbre, obligados a justificar un dolor que no se ve, pero que duele profundamente.

La enfermedad invisible

Los especialistas coinciden: la fibromialgia no se ve, pero se siente en cada fibra del cuerpo. No deja marcas externas, pero desgasta, inmoviliza y afecta la calidad de vida.
El dolor es real, aunque no haya una causa física evidente.
Algunos expertos en psiconeuroinmunología sostienen que las emociones no expresadas, los traumas no resueltos y el estrés acumulado pueden actuar como detonantes.
No se trata de una enfermedad “imaginaria”, sino de un trastorno del procesamiento del dolor en el sistema nervioso central. Es el cuerpo sobrecargado por la tensión emocional y física que, al no encontrar salida, se convierte en dolor.

El cuerpo que habla lo que el alma calla

Diversos estudios muestran que las personas con fibromialgia suelen ser hiperexigentes, empáticas, sensibles y emocionalmente contenidas. Es decir, perfiles que cargan mucho y expresan poco.
La medicina moderna empieza a reconocer la conexión mente-cuerpo como un vínculo inseparable: el dolor físico puede ser el eco de una emoción silenciada.

Por eso, los especialistas recomiendan no solo el tratamiento médico —que incluye fármacos, terapia física y cambios en el estilo de vida—, sino también terapia psicológica o emocional.
Aprender a poner límites, a soltar la culpa, a descansar y a expresar lo que se siente, puede ser tan sanador como cualquier medicamento.

El llamado al entendimiento y la empatía

La fibromialgia nos enfrenta a un desafío social y humano: creer en el dolor ajeno, aunque no se vea.
Cada diagnóstico es una historia de lucha contra la incomprensión, el escepticismo y la soledad.
Reconocerla no solo como una enfermedad física, sino como una condición emocional y social, es dar un paso hacia la empatía y la justicia médica.
La fibromialgia no es debilidad. Es la voz del cuerpo pidiendo ser escuchado.
Y mientras el dolor siga siendo invisible, el silencio seguirá enfermando.
Por eso, hoy en Para Parlé Noticias Mundo, decimos con firmeza:
Hoy Hablemos De la fibromialgia… la enfermedad de las emociones no expresadas.


 
 

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