​​​​​​​​MANUEL IBARRA SANTOS.

 

​En un evento inusitado, más de 900 académicos, científicos y artistas, de las 32 entidades del país le manifestaron, a finales de la semana pasada, su apoyo y convocaron a votar a la ciudadanía, el dos de junio próximo, por Claudia Sheinbaum, para conquistar la presidencia de la República. ¿Tiene importancia dicho acontecimiento? Por supuesto que sí y veamos el porqué.

​Es relevante tal manifiesto de los intelectuales, porque las naciones del mundo se desplazan y mueven, hoy en día, sólo a través del motor de la revolución de la ciencia y de la acción innovadora de los científicos los que, según el más reciente informe global de la UNESCO en la materia, existen en el planeta cerca de 10 millones, de los cuales más de 40 mil son mexicanos, y de esos 35 mil pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

​La candidatura a la presidencia de la Nación, de Claudia Sheinbaum representa una renovada propuesta de racionalidad en la conducción de la República, en la que destaca la disciplina, el orden, los méritos profesionales y el impacto positivo de la innovación científica en el desarrollo. Ella ha manifestado un no a la “improvisación”. Eso implica un cambio de modelo, sin ruptura.

​Se puede destacar en ese sentido, que la primera pasión de Sheinbaum, antes que la política, fue el amor por la ciencia, la que aprendió en el seno de su familia, encabezada por una bióloga (su madre) y un experto en química, su padre.

​Eso la motivó en sus estudios hasta obtener el doctorado en ingeniería en energía (la primera mujer mexicana en lograrlo) y más adelante formar parte del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU, equipo multidisciplinario que en 2007 obtuvo el Premio Nobel de la Paz.

​En la ONU Claudia Sheinbaum participó activamente de una red de más 600 científicos de todo el mundo, que trabajaron de manera especializada el tema del cambio climático, estudios que se convirtieron en recomendación y normas para todos los países del orbe.

​Por esa razón, la iniciativa de Sheinbaum Pardo de consolidar su alianza con los investigadores mexicanos, obedece a su compromiso de poner en un lugar privilegiado la promoción de la ciencia en México, como eje fundamental del desarrollo, en caso de conquistar la Presidencia de la República, si el voto popular así lo determina.

​Los 900 académicos, científicos y artistas que firmaron la semana pasada (entre ellos estuvieron académicos zacatecanos), el manifiesto de apoyo a Claudia Sheinbaum, forman parte de una amplia y numerosa red (que suman más de cinco mil) de investigadores, que se ha forjado a la largo y ancho de todo el país.

​Entre sus enlaces y representantes en el ámbito de la academia y la ciencia, destacan los doctores Axel Didriksson, Rosaura Ruiz y Juan Ramón de la Fuente, este último responsable del diseño de la propuesta del programa de gobierno de Claudia Sheinbaum y organizador de los “Diálogos por la Transformación”.

​Por sus vínculos globales y nacionales con el mundo de la ciencia, Claudia Sheinbaum podría convertirse no sólo en la primera mujer mexicana en conquistar la presidencia de México, si el voto le favorece. También puede ser la primera científica en ocupar ese relevante puesto, en la historia nacional.

​Lo deseable es que, en este proceso de sucesión presidencial, Zacatecas salga bien librado y pueda insertarse con eficiencia al proyecto de desarrollo nacional.  

​EL ROL DE LOS INTELECTUALES Y EL DESARROLLO:

 

​Antonio Gramsci (1892/1940), filósofo, sociólogo y pensador italiano es quien, sin duda, desarrolla en sus obras un análisis notable sobre los intelectuales y su rol en la sociedad.

​El intelectual tiene como finalidad -establece Gramsci- producir ideas, y entre ellos se encuentran los docentes, los científicos, los periodistas, los que escriben, los que redactan la historia y la investigan, y otros más.

​Y los “intelectuales”, se pueden clasificar en orgánicos y tradicionales. Los primeros se comprometen con las luchas obreras e interpretan los ideales pueblo; los segundos sólo perpetúan el estado de cosas existente.

​En Zacatecas, la promoción de la ciencia debe ocupar un lugar privilegiado en las políticas públicas.


 
 

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