El aniversario del santo de las causas difíciles reúne multitudes en la iglesia de San Hipólito, donde creyentes expresan su gratitud y formulan peticiones personales
Por: Miguel Flores
Cada 28 de octubre, la Iglesia de San Hipólito en la Ciudad de México se convierte en un punto de encuentro para miles de creyentes que buscan rendir homenaje a San Judas Tadeo, agradecerle favores concedidos o presentarle nuevas peticiones. Reconocido como uno de los santos con mayor arraigo entre los mexicanos católicos, San Judas Tadeo destaca por su papel como uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús y su fama de ser el intercesor de causas consideradas imposibles o complicadas.
Los expertos en historia religiosa señalan que, debido a su cercanía con Jesús y su reconocida lealtad, San Judas Tadeo recibió el sobrenombre de “el hermano del Señor”. La tradición católica cuenta que muchos fieles comenzaron a dirigirse a él bajo la creencia de que era un santo menos solicitado para pedir auxilio o hacer algún favor especial; con el tiempo, ganó la devoción de comunidades dentro y fuera de México.
El impulso internacional llegó en Estados Unidos tras la crisis de 1929, cuando la devoción se popularizó entre quienes buscaban esperanza durante tiempos difíciles. En Europa, el santo se volvió referente para quienes solicitaban milagros en situaciones extremas, consolidándose así como el “santo de las causas difíciles”. De hecho, reportes históricos confirman que la imagen de San Judas Tadeo cruzó varias naciones debido al testimonio de quienes aseguraban haber recibido ayuda en circunstancias adversas.
En México, la tradición adquirió mayores dimensiones en la década de 1980. Los jóvenes comenzaron a pedirle protección, especialmente en contextos de inseguridad o vulnerabilidad. Desde ese momento, el 28 de cada mes se convirtió en una fecha especial para congregar fieles en la iglesia de San Hipólito y San Casiano, aunque el 28 de octubre sigue siendo la jornada principal. A estas celebraciones asisten tanto personas solas como familias, que suelen pagar mandas, agradecen milagros o participan en las misas que, año tras año, llenan por completo el templo.
Además de participar en servicios religiosos, muchos devotos ofrecen alimentos y bebidas calientes a quienes acuden a rezar, creando un ambiente comunitario y de apoyo social en torno a la fe en San Judas. Esta práctica refuerza los lazos entre los asistentes y da continuidad a costumbres que forman parte del tejido religioso y cultural de la capital.
Aquellos que desean acercarse a San Judas Tadeo recurren a una oración especial que ha circulado ampliamente entre los feligreses:“¡Oh bienaventurado San Judas Tadeo, amigo, pariente y apóstol del Divino Maestro, Jesucristo nuestro salvador; Yo sé que Dios es la fuente de todo bien y el único que hace milagros... tú que eres el abogado de los casos difíciles y humanamente imposibles, intercede por mí, escucha mi súplica, concédeme ante Jesús nuestro salvador, lo que te pido... Consígueme sobre todo la gracia de que un día pueda estar en el Reino de los Cielos en tu compañía y alabar y dar gracias a Dios por toda la eternidad. Amén.”
Para los fieles, mantener viva la devoción a San Judas Tadeo representa una expresión de esperanza, gratitud y comunidad que da sentido a la vida cotidiana y fortalece la creencia en la intervención divina, especialmente en los momentos que se consideran más difíciles.