La ética, valores, principios y justicia en contraposición con la corrupción constituyen polos opuestos de la conducta humana.
Los valores éticos, como los antivalores presentes en la corrupción, son rasgos de carácter o modos de ser que se manifiestan en los distintos modos y formas de nuestra vida como en el hogar, en el trabajo y en la vida social. Que sin temor a la equivocación, la familia es el fundidor más importante en la formación del carácter de los niños y adolescentes. Los principios y valores como los antivalores, se aprenden en los primeros años de la vida, tomando principalmente como modelo el ejemplo personal de los padres, de los hermanos, de los amigos, y de la propia sociedad, pues el niño practica más lo que observa que aquello que le dicten que haga. Si los padres son honestos, trabajadores y educados, el niño desarrolla esos principios y valores.
Podríamos decir que dos de los problemas políticos y sociales más importantes que aquejan a nuestra sociedad, son la corrupción, la falta de ética, valores y principios que enmarquen el actuar de los servidores públicos, en el desempeño de sus funciones y que redundan en la afectación de manera transversal a su población y en este sentido en particular, observamos que han tenido una influencia negativa sobre el desarrollo humano, social, político y económico. Y cuando la presencia de los factores en comento es extrema, puede llegar a dañar severamente a instituciones del Estado, lo que crea un ambiente de desconfianza e inseguridad hacia nuestras instituciones y principalmente a quienes están frente a estas, lo que en consecuencia como resultado nos da un alto indicie de impunidad. La conducta humana puede estudiarse desde puntos de vista diversos, como por ejemplo en su trato social, en sus relaciones jurídicas, en su ética, en sus valores, en su credo religioso etc.
Se afirma como verdad incontrovertible que el ser humano es por naturaleza un ser sociable, que nace para vivir en sociedad y su existencia es inconcebible fuera de la convivencia con sus semejantes, pero así como no pueden existir individuos sin sociedad, tampoco puede existir sociedad sin individuos, donde se vuelve un conjunto de interacciones humanas, es decir en una convivencia en donde fluyen un intercambio de pensamientos y sentimientos que se traducen en acciones y violaciones en que se determina cierta actividad reciproca de los hombres. En este sentido podemos decir que fundamentalmente la causa no solo de la asociación sino de todas las actividades del hombre es satisfacer las necesidades que experimenta, pues siendo incapaz de satisfacerlas por sí mismo, recurre a los demás hombres en ese intercambio de actividades, estableciendo una interdependencia cada vez más intensa, según sean más avanzadas las etapas de la vida social.
Igualmente observando con detenimiento y mesura la vida del hombre (los actos, las tendencias, los deseos, las aspiraciones, las inquietudes, los propósitos etc.) no es fácil percatarse de que encausa sus esfuerzos vitales, tanto subjetivos como objetivos, a la consecución de una finalidad: sea la de obtener los grandes bienes que ofrece la vida, o realizar aquellas obras a las que atribuimos valor o sentido espiritual como la verdad, (valor lógico), la belleza (valor estético), lo bueno y lo malo (honestidad o corrupción), lo justo (valor ético referente a la justicia) y sin temor a la equivocación, entre los grandes problemas que tenemos como sociedad que son muy variados pero para el caso que nos ocupa señalamos que la corrupción tiene sus bases en la ausencia de la ética.
Por todo lo antes expuesto en incontables ocasiones, ha sido demostrado que al ofrecer a algunos servidores públicos, cualquier objeto de valor u otros beneficios como favores, promesas o ventajas, a cambio de que realice u omita cualquier acto en pleno ejercicio de su función pública, relacionado con una transacción de naturaleza económica, comercial o de cualquier otro bien que lo beneficie ventajosamente. Y es ahí donde dicho servidor público demuestra su falta de valores éticos y principios, tales como la responsabilidad, la lealtad, el respeto y la honestidad, dando al traste con las normas más mínimas en cuanto a ética se refiere y con cualquier idea de aplicar la misma ley, entrando en un círculo vicioso en el que todos tanto quienes (servidores públicos) como (sociedad) estamos inmersos, pues se observa con des-fortuna que muchos de cuando en cuando lo permiten y practican esas nefastas conductas lo que crea un efecto domino, pues tal pareciera que les son más fáciles estas formas y modos de convivencia que aquellas apegadas al derecho, valores éticos y principios de los cuales como sociedad seriamos mejor beneficiados con su práctica diaria y no por lo que debería de ser sino como una forma de vida, misma que nos llevaría a mejores estadios como sociedad y es aquí donde esta juega un papel preponderante en la toma de decisiones para que además de ser vigilantes del actuar de los servidores públicos, erradiquemos de tajo estas conductas que tanto daño le hacen a nuestra sociedad.