Sin duda uno de los tantos aspectos importantes en toda sociedad son las normas de convivencia, que son pautas y reglas de conducta y organización que rigen y regulan el comportamiento en un lugar específico, con el fin principal de que la convivencia sea armónica y pacífica, amén de la propia organización que estas normas dictan, en ese sentido las normas nos sirven para orientar y facilitar las relaciones entre los integrantes de los diferentes grupos sociales que a su vez integran en total de la sociedad, además de favorecer un adecuado desarrollo sostenido y acelerado del trabajo, la economía y prosperidad en la cotidianidad de las personas de manera armónica, propositiva, constructiva y ordenada. Entonces pues las normas son necesarias para la vida, pues en ellas se establecen los límites que guían y orientan en lo que hacemos en nuestra cotidianidad, pues en ellas se encuentras principios éticos, valores y reglas que se deben seguir para hacer posible la convivencia.
De ahí la relevancia de contar con normas y reglas positivas de convivencia construidas de forma tal que la actuación de cada persona se sujete dentro del límite justo de sus derechos y obligaciones, enmarcados en estas normas y reglas de convivencia, pues si no hubiese reglas y normas, cada quien haría lo que mejor le pareciera según su leal saber y entender, o en pocas palabras cada cual andaría por la libre, lo que traería como consecuencia un sinfín de discrepancias o bien si no se atienden de manera adecuada o se aplican de forma discrecional o injusta, simple y sencillamente la convivencia se volvería desordenada y entrópica con una pisca de anarquía social.
Entonces pues recapitulamos que las normas positivas de convivencia son principios que guían nuestras acciones y decisiones, y son fundamentales en la construcción de una sociedad más justa y pacífica, y dichas normas y reglas se basan en la ética y la moralidad, las cuales su fin es el bien común. De tal suerte que es muy importante que todas y todos nos sujetemos a las normas y reglas preestablecidas para una adecuada convivencia, y estas normas y reglas serán más fuertes si son fortalecidas con la participación y el consenso colectivo de la sociedad, donde se privilegien los valores como el aprecio por la vida, la tolerancia, el respeto mutuo, el aprecio por la dignidad de la persona, el respeto de los derechos de los cuales cada uno es acreedor por el simple hecho de su dignidad como persona, el respeto y acatamiento de la justicia, el respeto a los derechos de los demás, la honestidad, e igualmente hay que recalcar el cumplimiento de los deberes y responsabilidades, sin dejar de la mano los valores y actitudes que promuevan la armonía para la coexistencia humana, como la amabilidad, la empatía, la generosidad, la colaboración, la solidaridad, entre otros.