En ilación con el tema anterior de las normas y reglas que compartimos con ustedes estimadas y estimados lectores, otro tema que tiene que ver con este, es el tema del tejido social, pues sin duda todos los días en nuestra cotidianidad y dentro de nuestra convivencia social establecemos acuerdos mínimos, tácitos o explícitos que de una u otra forma nos dan ese sentido de pertenencia además de que nos ayudan a construir el entramado del tejido social, es decir aquello que tenemos en común, sean intereses y/o necesidades a satisfacer los cuales nos unen e identifican como parte de una comunidad en particular. Pero ese tejido social también podemos romperlo, es decir tanto podemos hacer como deshacer esas relaciones que nos mantenían unidos, no solo con las personas, sino también con el medio ambiente que nos rodea, también rompemos el tejido social cuando pasamos por alto los acuerdos establecidos y dejamos de respetarlos, ante estas rupturas se pierden los valores y comenzamos a sentir inseguridad y en consecuencia comienza el debilitamiento de la familia o de la comunidad, es decir el debilitamiento o ruptura del tejido social.

Según algunos autores como Gabriel Mendoza y Jorge Atilano González en su libro titulado “reconstrucción del tejido social asientan algunas definiciones al respecto que “Se entiende como la configuración de vínculos sociales e institucionales que favorecen la cohesión y la reproducción de la vida social”, igualmente la autora y el autor Andrea del Pilar Rodríguez y Alberto Cabedo, consideran el tejido social como “hilos, lazos, vínculos, una redo o malla, un entramado de hilos, de piezas interconectadas que se conforman de relaciones humanas” y los autores asientan que en esos vínculos se enlazan valores, referentes simbólicos, costumbres, intereses, necesidades comunes y particulares, formas de relación que determinan las particularidades de la convivencia diaria y cuando esos vínculos se rompen simple y sencillamente deja de existir esa red, esa malla que nos contiene y protege, que nos rodea y nos hace sentir tranquilos, confiados y seguros.

De los distintos círculos que se entretejen en primer lugar es el de la familia, seguido por las relaciones vecinales, las relaciones educativas, las relaciones laborales, y las relaciones comunitarias o públicas, y cuando el tejido social está roto hay que reconstruirlo o rehabilitarlo, y para hacerlo se requiere en primer lugar de voluntad, de autogestión, de autoorganizacion, de la participación en redes de apoyo social, del trabajo en la construcción de espacios para el dialogo, la reflexión y el reconocimiento de aquellos aspectos en las dinámicas familiares y comunitarias que sin duda requieren de un cambio significativo encaminados a la práctica de acuerdos que se hayan establecido en los distintos niveles de acción. En lo anterior mucho tiene que ver uno de los ejes orientadores de toda sociedad como lo es la educación en la construcción de la paz, la cual es fundamental para vivir con dignidad y en armonía consigo mismo y con los demás ya que la educación promueve el dialogo, el entendimiento y la voluntad entre las personas, de igual forma se promueven y enaltecen los valores, la solidaridad, la reciprocidad, el respeto para sí mismo y los demás, los derechos de todas las personas y el cuidado del medio ambiente, la resolución de conflictos por la vía pacífica mediante el diálogo constructivo y pautas de buena convivencia, así como la cooperación entre las personas, de tal suerte que poco a poco se instaure en ese tejido social una cultura de paz y armonía que beneficie a todo el tejido social.


 
 

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