Un tema por demás importante y que sin duda juega un papel preponderante dentro de la visión de la criminalidad en nuestro país es el de la prevención social del delito, pues las administraciones del pasado no le dieron la importancia debida a un problema tan sensible como es el de la seguridad pública, ya que no le daban prioridad presupuestaria más que mediática dentro de la política criminal, recurriendo principalmente a una prevención situacional, es decir de manera reaccionaria y combativa a un tema que sin duda debió merecer una planeación más puntual, derivando en la mal llamada guerra contra el crimen organizado en donde el papel del Estado se fijaba en atender lo urgente y no lo importante, como la atención a las causas y factores que generan la violencia y el delito, sin embargo siempre tiene que haber una luz al final del túnel y por lo menos en la pasada y presente administración se aprecia el compromiso tangible en apoyar resueltamente si lo urgente porque como sociedad ya traemos el agua en los aparejos, pero también lo importante respecto a la prevención social del delito, lo que da forma a un nuevo cambio de paradigma de la visión y comprensión que el Estado tiene de la criminalidad y no solo en la parte normativa sino en la alineación de las acciones interinstitucionales que en una sola línea pueden mejorar sustancialmente el tema de la prevención del delito atendiendo las causas y factores con justicia social.

Sin duda el tema de la violencia y el delito han estado presentes en el desarrollo y transformación de las sociedades, sin embargo en la actualidad dichos fenómenos han logrado ganar mucho terreno en otras esferas y ámbitos tanto públicos como privados, desde la violencia contra las mujeres, en la pareja, o en la familia, riñas, homicidios, suicidios, violaciones, robos en sus diferentes modalidades, secuestros, cobros de piso, desapariciones, extorsiones y secuestros entre muchos más delitos, hasta atentados atroces en contra de ciudadanos inocentes, derivado de lo anterior el tema ha ganado la primera línea dentro de la agenda pública y política de los gobiernos.

Por ello es muy necesario ese cambio de paradigma en la visión y atención de la violencia y el delito para lograr una sociedad con armonía y en paz, una sociedad sana y alejada del cáncer de la violencia y el delito, integrada y éticamente relacionada en una aspiración social que vaya más allá de los esquemas formales de protección a los derechos humanos y la legitima violencia del Estado, lo que implicara trabajar en una prevención real y una cultura de la legalidad en las que se involucren todas las personas sin distinción, fortaleciendo una formación de ciudadanía en términos sustantivos, visualizando las diferencias y conflictos en buenos términos que lleven a las coincidencias y que estas nos orienten a construir espacios ciudadanos más democráticos, y que redunden y contribuyan a mejorar la calidad de vida de la sociedad en su conjunto, pues en el ámbito de la seguridad es muy importante transformar los discursos y acciones en positivo desterrando el circulo vicioso represivo y violento tanto de instituciones y entre ciudadanos que no conducen más que a inseguridad y entropías sociales.


 
 

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