Barcelona, (EFE).- Un equipo de investigación internacional liderado por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE-CSIC-UPF) ha identificado más de 2.000 genes vinculados a la longevidad humana utilizando una perspectiva evolutiva en mamíferos, que ha revelado que una mayor estabilidad de las proteínas es rasgo común en las especies más longevas.
El trabajo, que publica la revista "Molecular Biology and Evolution", ha puesto en evidencia la relación de estos genes con la longevidad, algo que hasta ahora se desconocía, según los investigadores, que han hecho el estudio de genómica comparada más grande realizado hasta hoy con información genética y fenotípica de 57 especies de mamíferos.
Según los investigadores, el trabajo abre la puerta a que se desarrollen nuevas dianas terapéuticas para tratar enfermedades relacionadas con el envejecimiento en base a los conocimientos de biología evolutiva.
Los científicos se plantearon el objetivo de descubrir qué es lo que determina la esperanza de vida de cada especie, sabiendo a priori que ello también depende de las adaptaciones ecológicas.
Por ejemplo, la esperanza de vida es más larga en especies adaptadas a vivir en los árboles, bajo tierra o con mucha masa corporal, dado que todas estas adaptaciones reducen la mortalidad por depredación.
En el caso de los mamíferos, hay especies de vida corta, como las musarañas y los ratones, que llegan a los dos años de vida, hasta especies muy longevas, como las ballenas, que pueden vivir hasta 200 años, mientras que los humanos, potencialmente, pueden vivir hasta 120 años.
Hasta ahora, la mayoría de estudios han buscado los genes de la longevidad humana comparando genomas solo de humanos, en los que la esperanza de vida ha variado mucho menos que entre el resto de mamíferos.
Este estudio ha identificado más de 2.000 nuevos genes vinculados a la longevidad en humanos a partir, por primera vez, de un estudio evolutivo de genómica comparada que ha incluido 57 especies de mamíferos, genes que participan en la reparación del ADN, la coagulación o la respuesta inflamatoria, que influyen en la longevidad.
También han visto que son genes que codifican proteínas más estables en las especies que viven más años.
"Cuando sólo comparas genomas humanos, ves diferencias entre los genes que codifican pequeñas diferencias de longevidad entre personas, pero la estructura genética tal vez se basa en mutaciones que se fijaron hace millones de años en nuestro linaje y que ahora ya todos tenemos incorporadas", ha explicado Arcadi Navarro, corresponsable del estudio e investigador principal en el laboratorio de Genómica Evolutiva del IBE.
"Utilizando la variación que existe entre otras especies de mamíferos, puedes aproximarte mucho más para identificar otros cambios que están en la naturaleza de la longevidad y que quizá no nos diferencian a nivel genético significativamente entre humanos", ha añadido el otro co-responsable del estudio, Gerard Muntané, investigador en el IBE y también en el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili.
Los científicos han explicado que uno de los efectos que se observan en todos los mamíferos a partir de cierta edad es que el proteoma -la totalidad de proteínas expresadas por el genoma- se desestabiliza, por motivos que aún no se conocen muy bien, lo que contribuye a la decadencia fisiológica.
Lo que han visto los científicos es que las proteínas que se desestabilizan en cada especie lo hacen en edades muy diferentes.
A raíz de este estudio, han descubierto que las proteínas que contienen cambios de aminoácidos en los organismos más longevos, son significativamente más estables que las proteínas de los organismos de vida más corta.
"Consideramos que una proteína es más estable cuando sigue haciendo su función durante más tiempo dentro de la célula sin degradarse. Hemos visto que esta estabilización genérica del proteoma está fundamentalmente en los genes que hemos detectado como vinculados con la edad y la longevidad", ha concluido Muntané.
(c) Agencia EFE