Cada 15 de septiembre, México se viste de fiesta para conmemorar el inicio de la lucha de Independencia. Recordamos a Hidalgo, Morelos, Allende… pero pocas veces a ellas: las mujeres que con valentía y visión política fueron pieza clave en la gesta que nos dio libertad.

Josefa Ortiz de Domínguez, con un aviso a tiempo, impidió que la conspiración fuera descubierta antes de su arranque. Leona Vicario arriesgó fortuna y seguridad personal para financiar la insurgencia y mantener viva la llama de la resistencia. Gertrudis Bocanegra, Juana Bello, Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín y tantas otras, pusieron su vida, sus bienes y su honor al servicio de una causa que, en aquel entonces, ni siquiera les reconocía ciudadanía.

Ellas no solo fueron “apoyo” de los hombres insurgentes; fueron estrategas, mensajeras, conspiradoras, combatientes y, en muchos casos, mártires de una libertad que aún tardaría en volverse plena.

El papel de estas mujeres fue silenciado durante generaciones, como si la historia tuviera miedo de aceptar que la independencia también tiene rostro femenino. Pero su legado es claro: nos enseñaron que la transformación de un pueblo no se logra sin la participación activa de las mujeres.

Hoy, que seguimos construyendo un México más justo, la memoria de estas heroínas nos convoca a seguir abriendo caminos de igualdad. Recordarlas no es un acto de nostalgia, sino de justicia histórica: significa reconocer que la patria se forja con la fuerza y la inteligencia de todas y todos.

En Zacatecas, tierra de mujeres y hombres valientes que también han escrito páginas de gloria en la historia nacional, este recordatorio cobra aún más fuerza. Nuestra independencia, nuestra libertad y nuestro presente son posibles gracias al coraje de quienes nunca se rindieron, y entre ellas siempre estuvieron mujeres decididas a cambiar el rumbo de la nación.

Hoy, al celebrar un aniversario más de nuestra Independencia, honro con respeto y gratitud a esas mujeres que nos dieron patria. Con el mismo espíritu de lucha, refrendo mi amor profundo por México y, en especial, por Zacatecas, cuna de historia, de dignidad y de esperanza.


 
 

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