Casi nunca en la historia tuvieron equipos ganadores y ahora, tras últimos años flojos, resurgieron. Cuáles fueron sus planes de gestión y el análisis de las armas del éxito actual. El único argentino en la NBA se destaca en uno de ellos.

Cada temporada de la NBA depara revelaciones y decepciones. Individual y colectivamente. Y cuando ya se transita el 30% de la fase regular hay dos equipos que sobresalen si hablamos de revelaciones. Dos conjuntos que, más que sorprender, parecen ser cosa seria, mirando a todos desde arriba en la conferencia más salvaje e ilusionando a sus hinchas. Ni el más optimista esperaba tanto. Ni que Minnesota Timberwolves sea el líder del Oeste con marca 24-9 ni que Oklahoma City Thunder se haya metido como su escolta (23-10), dejando por ahora tercero al campeón y tal vez máximo candidato al título, Denver Nuggets (24-11). Estamos hablando de dos franquicias que históricamente no están acostumbradas a pelear arriba y que en las últimas temporadas lucían en una reconstrucción casi en loop. Pero el click se produjo y aquí vamos a analizar por qué los poderosos deben tener cuidado con ambos. Uno de los ellos con la presencia del único argentino en la NBA.

Una realmente locura lo que se vive en Minneapolis con los Wolves como punteros de la NBA. Pensar que hace dos años y medio el equipo terminaba con una marca de 49 derrotas en 82 partidos, lo que a mitad de temporada le costó el puesto al entrenador Ryan Saunders. Chris Finch. Pablo Prigioni vivió la reconstrucción desde los cimientos. Llegó en 2019 desde Brooklyn como asistente, primero estuvo con Saunders y, de a poco, se ganó un lugar preponderante en el cuerpo técnico, hasta ser el encargado de la ofensiva del equipo.

Los cambios comenzaron desde bien arriba. Glen Taylor, de 70 años, dejó de ser el dueño, tras su venta al empresario Mark Lore y la ex estrella del béisbol estadounidense Alex Rodriguez, por 1500 millones de dólares. De a poco, con otra energía desde la cabeza del proyecto, con modificaciones en la gerencia (se fue el colombiano Gerrson Rosas y Saunders, el DT), los Wolves salieron de la mediocridad luego de apenas una temporada (la 17/18) llegando a los playoffs. No pudo despegar cuando se formó la dupla Andrew Wiggins y Karl Anthony Towns, pero la llegada de Anthony Edwards generó otra ilusión. Con él como nueva figura, promediando 21.3 puntos, 4.8 rebotes, 3.8 asistencias y 1.5 robo con apenas 20 años, el equipo tuvo una temporada con récord positivo (46-36) en la 21/22.

Fue cuando los Wolves hicieron un movimiento que dejó muchas dudas: sumar a Rudy Gobert, uno de los mejores defensores de la NBA pero, a la vez, un pivote de 30 años, con escasa capacidad anotadora y con un gran contrato por delante (205 millones por cinco años) que podía hipotecar el futuro cercano de la franquicia. Encima, a cambio, dio cinco jugadores y cuatro elecciones de draft. Para muchos, demasiado. Pero Tim Conelly, nuevo general manager, junto a Finch no tuvieron dudas que era la pieza que le faltaba al equipo para terminar de formar un tridente potente, con Edwards y Anthony-Towns.


 
 

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