El pasado  27 de marzo de 2024 entró en vigor un decreto histórico que busca transformar la manera en que las niñas, niños y adolescentes son criados en México. La reforma a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, introduce el concepto de crianza positiva, una propuesta que no solo prohíbe el uso de castigos corporales, sino que promueve una crianza basada en el respeto, la comprensión y el cariño.

La crianza positiva representa un cambio profundo en la manera en que entendemos la formación de las nuevas generaciones. En lugar de métodos tradicionales basados en el castigo físico o los gritos, esta nueva visión fomenta un entorno en el que los niños puedan desarrollarse de forma armoniosa, tomando en cuenta sus características individuales y necesidades emocionales. Esta reforma responde a la necesidad de proteger a la infancia de los efectos devastadores de la violencia, que no solo impactan el cuerpo, sino también la mente.

Diversos estudios han demostrado que las y los niños que son criados en ambientes violentos pueden sufrir consecuencias a largo plazo, como problemas emocionales, de autoestima, e incluso dificultades en su desarrollo cognitivo. La violencia, en cualquier forma, deja cicatrices que pueden afectar la vida futura de una persona, desde su capacidad para socializar hasta su rendimiento escolar o incluso su salud física. Por eso, esta reforma no es un simple cambio legal: es un paso hacia una sociedad que valora y protege a sus niñas y niños.

Además, la ley también contempla que aquellas personas responsables del cuidado de niñas, niños y adolescentes —ya sea en casa o en instituciones— adopten estas prácticas de crianza positiva. Esto incluye no solo a padres y madres, sino también a tutores, educadores y personal de salud, asegurando que todos los actores que influyen en la vida de un menor sean parte del cambio.

El impacto de esta reforma es, sin duda, esperanzador. Ofrecer un ambiente libre de violencia y basado en el respeto mutuo no solo protege a los niños del daño inmediato, sino que los prepara para ser adultos más equilibrados, empáticos y resilientes. Esta ley refleja un compromiso con el bienestar de la niñez, reconociendo que una sociedad más justa y humana comienza en los hogares, en las escuelas y en los espacios donde los más pequeños crecen.

La importancia de esta reforma radica en que busca romper con ciclos de violencia intergeneracionales. Criar con amor y respeto no solo transforma las vidas de los niños, sino que también puede tener un efecto positivo en las futuras generaciones.


 
 

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