“La esperanza es una necesidad para la vida normal y la principal arma contra el impulso del suicidio” (Karl A. Menninger)

El suicidio es un problema de salud pública por demás importante y con consecuencias sociales, emocionales, y económicas de gran calado para la propia sociedad. Actualmente y según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el 2024 se calcula que en el mundo se calcula que cada año, una de cada cien (100) personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que correspondería a una muerte cada cuarenta (40) segundos, la mayoría de los fallecimientos por suicidio (77%) se presentan en países de ingreso bajo y mediano, observándose que las tasas de suicidio son más altas en hombres que en mujeres (12.6 por 100,000 hombres, frente a 5.4 por 100,000 mujeres), aunque el suicidio puede ocurrir a cualquier edad, a nivel mundial es la cuarta causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad, en este mismo año de 2024 en nuestro país se registraron nueve mil (9,000) muertes por suicidio de los cuales los jóvenes y los hombres concentran la mayoría de los casos, y cada uno de esos suicidios además de ser sumamente lamentable, afecta profundamente a muchas personas y principalmente al núcleo familiar.

La Organización Mundial de la Salud define el suicidio como el acto deliberadamente iniciado y realizado por una persona en pleno conocimiento o expectativa de su desenlace fatal, el cual puede ser llevado a cabo por diversas razones, que van desde problemas de salud mental hasta situaciones de estrés extremo, ansiedad, depresión entre otras. Por ello es uno de los temas que están en la palestra de los que sí, o si, deben de atenderse de manera puntual, profesional y de forma permanente, a propósito del día mundial para la prevención del suicidio el cual fue establecido desde el año del 2003 por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS). La jornada de celebración es el día 10 de septiembre de cada año, y tiene como objetivo centrar la atención en el problema, reducir el estigma asociado a él y crear conciencia entre las organizaciones, gobiernos y la sociedad en general con el fin principal de que el suicidio es un tema que puede y debe de prevenirse y crear esperanza a través de la acción de manera profesional.

El sociólogo y filósofo francés Emile Durkheim (1858-1917) sostuvo que “el suicidio es un fenómeno social, en el que la estructura de la sociedad podía favorecer o desencadenar la conducta suicida de sus individuos”, igualmente Lorenc Varcarce sostuvo que “aunque pudiese parecer que el suicidio es un acto individual, en el fondo el suicidio es un proceso de interacciones en el que la persona puede encaminarse sin saber del todo a que resultados lleva ni que fuerzas le llevan a ello, y muchas veces estos actos de esencia individuales, se deben a un acople de un determinado modelo social. por su parte Dorothea Elizabeth Orem en la Teoría interpersonal del suicidio describió que consiste en una triada de hallazgos, aislamiento funcional, percepción de ser una carga social, y frustración en la sensación de pertenencia y estos hallazgos pueden ser predictores de una conducta suicida incluso más fuertes que la depresión y la desesperanza.

Por lo anterior no hay lugar para la indiferencia o para la ignorancia. El suicido no es un acto individual con consecuencias igualmente individuales, sino que repercute en los demás y, por ende, es un acto social que debe llevar a preguntarnos como sociedad ¿qué hicimos o no hicimos para que una persona se suicidara?, pues la salud mental requiere del esfuerzo de todos como sociedad, estar atentos a factores de riesgo y a condiciones que, en esta crisis mundial, expongan más a algunos por encima de otros. Vigilar y monitorear palabras, gestos, conductas y pensamientos de las personas que sabemos están en mayor riesgo es y debe ser tarea de todos. Una vida humana no puede, nunca, ser despreciada y merece todos los esfuerzos por protegerla y sostenerla. Y entre otros tips para poder atender estos temas son: Crear y fortalecer ambientes familiares adecuados, Crear ambientes que faciliten una comunicación asertiva, Hay que saber escuchar y dar toda la participación posible a la persona afectada, Ser sensibles ante la revelación de experiencias difíciles, No juzgara a las personas por su comportamiento, Organiza tus rutinas y actividades, Dedicar tiempo a la lectura escuchar buena música o un hobby, Distinguir y hablar sobre tus emociones, Regular tu horario de sueño y alimentación, Mantener relaciones personales saludables, Haz ejercicio, Mantener el contacto con amistades y familiares.


 
 

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