A propósito de la conmemoración del 8 de marzo, la cual debería de ser y traducirse en acciones positivas permanentes en nuestra cotidianidad, tarea donde la participación de los hombres sea proactiva en torno a este tema de la violencia contra las mujeres, lo cual sin duda inicia desde nuestros propios hogares, así como en los centros de trabajo y en todos y cada uno de los espacios de este concierto social, donde vivimos y desenvolvemos, mediante el impulso de acciones positivas a favor de la igualdad y equidad de géneros que a todas y todos nos conviene que sea así pues tan iguales las mujeres como los hombres además de la diversidad, pues no podríamos vernos unas sin los otros; igualmente sirva el presente para reconocer en primer término el origen de mi ser, que es mi madre, como una mujer que a pesar de mil vicisitudes que le presento la época en la que le toco vivir salió adelante como hija, esposa, estudiante y profesionista, amen de ser madre guía, timón, rumbo y puerto de sus vástagos, y entre las frases que aún sigue diciendo mi madre es que una de las tareas más importantes sin dejar de lado las demás tareas era y sigue siendo la de educar, guiar y orientar a sus hijas e hijos para entregar buenas cuentas a la sociedad con mujeres y hombres de bien y de provecho.

Una de las grandes vulnerabilidad femeninas no solo se debe a causas físicas, igualmente suele concentrarse en ellas toda la carga y responsabilidad en la crianza de los hijos, además por diferentes cuestiones culturales condensan las todas las tareas del hogar, asimismo por cuestiones culturalmente arraigadas mantienen una mayor dependencia y sumisión económica a los hombres, en algunos casos cuando una mujer toma la decisión de abandonar su “hogar” vivienda, infierno o delirio según sea el caso, se encuentra en mayor riesgo que un hombre, y de acuerdo a las estadísticas se considera que las mujeres que dejan a sus abusadores tienen un 75% más de riesgo de seguir siendo abusadas como una parte de reproducción de patrones, o lo que es peor asesinadas por el abusador de que aquellas que se quedan conviviendo con este.

De todos los días sea nuestro más amplio y profundo reconocimiento para todas las mujeres que a diario de manera ardua e incansables luchan por lograr una igualdad, equidad de género, y un alto a la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, luchas que no han sido fáciles, pues la historia nos da cuenta de cientos de atrocidades y situaciones que no debieron haber pasado, y que aún en nuestros días esa batalla por reducir la brecha de desigualdades es una tarea que está en pie de lucha y que se sigue dando en todas las esferas del concierto social y que aun con ello no se ha logrado tal como se quisiera, aunque igualmente hay que decir que en este tema se han dado avances sin duda gigantescos para acortar esas brechas entre hombres y mujeres.

De lo anterior nos debe quedar claro que como sociedad debemos tener claro que es preciso hacer cambios radicales desde lo individual y en conjunto si queremos vivir en un clima armonioso, donde tengamos comunidades de paz y sana convivencia, donde podamos reconstruir nuestros microespacios adecuados y que estos nos den como resultado macro espacios en el mismo sentido, una participación activa donde estén involucrados todos los actores sociales, desde el núcleo principal de esta sociedad que es la familia, las instituciones de los diferentes niveles de gobierno, las escuelas con sus maestros y educandos, empresarios, iglesias, medios de comunicación, etc. es decir todo el conglomerados social en un solo concierto.


 
 

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