Dentro de los desafíos para el nuevo sexenio y la nueva presidenta estarán encaminados en diversos ejes temáticos, pero hoy me gustaría mencionar uno que me parece sumamente importante y es en materia laboral. Uno de ellos será profundizar y continuar con la reforma, consolidarla y promover la sindicalización, así como aumentar y mejorar las inspecciones y reducir la informalidad. Si bien fue un gran acierto la reforma que prohíbe el outsourcing y la terrible desigualdad, así como la precariedad que hay bajo este esquema de trabajo. El reto ahora consiste en generar trabajos bien remunerados y ampliar los mercados laborales. Sin duda sabemos que México es uno de los países que más horas de trabajo realiza al año según cifras de la OCDE.

Además, durante los próximos sexenios la continuidad deberá apostar por mantener los subsidios actuales, así como las becas y las condiciones necesarias para poder brindar las mismas políticas sociales y los seguros de desempleo en los territorios que esto se encuentra habilitado.

Asimismo, la reforma laboral hizo que muchos trabajadores se quedaron sin contratos colectivos de trabajo lo cual dejó sin operar a diversos sindicatos, así como la deuda histórica de equiparar los salarios y las condiciones de trabajo a las mujeres con sus compañeros de trabajo hombres. El liderazgo de las mujeres no es algo que solo deba mencionarse en fechas importantes como 8 de marzo, sino entender y aplicar que las políticas laborales también son un asunto de género.

Sin duda estos nuevos escenarios en nuestro país deberán de ser inclusivos y con una firme convicción por cambiar la desigualdad de género. Por lo cual estemos pendientes de el trabajo de todos y todas desde las diferentes áreas para comprender que somos un país con un objetivo en común. La lucha de todos es por construir un mejor país.

Prestemos atención a conocer muy de cerca las propuestas y trabajemos por una nación fuerte y firme donde las mujeres y los hombres construyamos mano a mano un México más justo.