En cada uno de nosotros habita un margen de tolerancia ante la incertidumbre, la mayoría de las personas preferimos la estabilidad y la certeza para de esta manera pretender un equilibrio emocional desde donde deseamos controlar la vida.
Siempre estamos construyendo ideas sobre lo que es bueno para sí mismo y para los demás, generando una visión perfecta y controlada de todo, moldeando nuestra vida hacia un ideal superior.
La realidad es que pocas cosas podemos predecir con exactitud y siempre existe un margen de error que lo cambia todo, nadie está exento a los fenómenos impredecibles en nuestra vida en cualquier ámbito.
Más que evitar el caos o las alteraciones a los planes, lo mejor es estar alerta y entender que los plantes pueden ser diferentes en cualquier momento, como muestra de ello llega la adversidad en la vida, irrumpiendo con esos periodos donde nos sentíamos estables y seguros, pero es esa crisis donde toda persona tiene una gran oportunidad, la oportunidad de vivir la experiencia adaptativa y fortalecedora, que obligara a mirar otros horizontes en busca de respuestas que se encuentren a la altura del desafío, la persona que alcanzan el éxito y la felicidad es la más capaz de desarrollar una mentalidad flexible.
Imaginemos un paisaje con tres caminos, donde uno es el ideal de lo que deseamos o a donde pretendemos llegar, un segundo camino que de manera opuesta nos lleva a todo el caos o adversidad posible, con todo lo desfavorable que pueda ser para nosotros tal situación, pero que tal si agregamos un tercer camino dotado con sus propios ingredientes, un camino donde confluyen dos o mas corrientes que se fusionan para crear la realidad, aceptando todo lo que no existe y nunca ha estado en nuestras manos modificar, aceptándolo tal cual es y dándole oportunidad a una nueva forma de ver la vida, fusionando ese camino en una realidad distinta esperanzadora y creativa, construyendo un tercer camino, un camino hacia una nueva realidad.