MANUEL IBARRA SANTOS

 

​La presidenta Claudia Sheinbaum, en sus 100 compromisos con la Nación, en el punto número 33, estableció el reto de su gobierno de hacer de México una “potencia científica”. Quizá este sea, uno de varios matices de fondo, que la hacen diferente de su antecesor, quien marginó (este último) a los científicos mexicanos, los despreció e incluso los criminalizó, privilegiando la improvisación.

​Sabe Claudia Sheinbaum que la producción de conocimiento de vanguardia, junto con una educación pública de calidad, son los dos grandes motores de la prosperidad y el desarrollo de México como nación soberana e independiente. Sin esos componentes no se puede aspirar a mucho, sino a ser, quizá, una sociedad productora de nuevos esclavos.

​Los pueblos de mayor desarrollo en el mundo lo son porque invierten grandes cantidades en dólares en ciencia y en formación de capital humano, cosa de la que México carece.

​La inversión en ciencia y tecnología tiene, hoy, un valor estratégico fundamental para configurar una nación próspera, con justicia y bienestar.

​Las naciones del llamado primer mundo destinan en promedio un presupuesto per cápita a ciencia de 1 mil 300 dólares, lo establece la UNESCO. En México esa cantidad asciende a sólo 52 dólares.

​En esas naciones desarrolladas existe la relación de un científico por cada 250 habitantes y en nuestro país es de un investigador por cada 2 mil 800 personas, lo documenta el más reciente informe del estado de la ciencia publicado por la ONU.

​El listado de países que más invierten en ciencia en relación con su Producto Interno Bruto (PIB), lo integran los siguientes: Israel (4.95%), Corea del Sur (4.8%), Japón (3.2%), Alemania (3.09%), Estados Unidos (2.7%), China (2.1%), Dinamarca (3.06%), Suiza (3.37%) y Bélgica (2.8%). En México, apenas se destina el 0.40%.

​En términos netos, las naciones que más invierten recursos para este capítulo son Estados Unidos, con 500 mil millones de dólares y China 400 mil millones. En México se destinan 6 mil millones de dólares.

​El compromiso establecido por Claudia Sheinbaum en materia de ciencia y desarrollo se constituye en un desafío descomunal, no imposible de alcanzar.

​Los retos al respecto, son básicamente seis: 1).-Incrementar la inversión en ciencia para llegar en el mediano plazo al 1% del PIB que recomienda la UNESCO a las naciones; 2).-Duplicar en México el número de científicos que, según cifras oficiales, en la actualidad asciende a 45 mil; 3).-Elevar la calidad de la educación, porque sin ella no habrá ciencia ni innovación; 4).-Crear las bases sociales de una renovada cultura de la ciencia; 5).-Tratar profesionalmente mejor a los investigadores; y 6).-Implementar un vasto programa de estímulos y de becas para la formación de nuevos y más investigadores.

 

​LA CIENCIA EN ZACATECAS:

​La promoción de la ciencia en Zacatecas es tratada con marginalidad desde la dimensión de las políticas públicas locales, así se quiera argumentar lo contrario.

​En el Presupuesto de Egresos del Estado, para el ejercicio fiscal 2024, se etiquetó para este rubro una partida de 40 millones 447 mil 674 pesos, que representa apenas el 0.10% del gasto público para la entidad. Se destinó más a las ferias de Zacatecas y Fresnillo. Eso es una desproporción.

​Si prorrateamos dicha cantidad con el número total de habitantes de nuestro Estado, entonces podemos afirmar que el presupuesto per cápita para ciencia en Zacatecas es de 24 pesos por persona.

​Zacatecas es, por lo tanto, una de las entidades de la República, donde más bajos apoyos económicos públicos y privados se canalizan a investigación científica.

​Entonces, Zacatecas tiene enfrente un impresionante compromiso de apoyar la promoción de la ciencia, si no queremos profundizar más aún los rezagos del desarrollo, ante la propuesta hecha por Claudia Sheinbaum de hacer de México una potencia científica.

 

​LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA:

​En Zacatecas la última y más reciente revolución de la ciencia la promovió el astrónomo José Árbol y Bonilla, hace más de 120 años.

​Esa revolución científica estimulada por Árbol y Bonilla impactó positivamente en la academia, en los modelos administrativos, en la oferta de las profesiones, en la organización social y en la estructura productiva. Hoy se requiere algo similar en Zacatecas.