México vive tiempos difíciles como nunca.

Entre la pandemia, la economía mundial contraída, la efervescencia política y los avances de la 4ª transformación, vivimos los momentos más difíciles de las últimas décadas.

Los pobres no tienen problema, ellos han pasado los últimos 200 años crisis indescriptibles, me refiero a todos los otros miembros de la sociedad.

El presidente, antes gozaba de buen prestigio, so pena de muerte para sus retractores, tenía cientos de miles de millones de pesos a su entera disposición, poder absoluto sobre gobernados y gobernadores, prensa y clase económicamente pudiente, eran una simbiosis muy funcional.

Los políticos, tenían alianzas ganadoras “win to win” que solo les implicaba ceder el poder un tiempo y recuperarlo, hacían fortunas incalculables sin riesgo alguno, el único motivo de riesgo era traicionar al presidente.

Los magnates de la iniciativa privada tenían grandes contratos con el gobierno, ganaban dinero a manos llenas, prácticamente sin riesgo alguno; podían incumplir sus contratos y con las alianzas con funcionarios públicos, todo tenía solución mediante el dinero, “con dinero baila el perro”.

La prensa se regulaba con el dinero, ¿qué hora quiere que se sea sr. presidente? Por cientos de miles de millones cualquier deseo de un político era la noticia que todos creíamos como cierta, contratos jugosos de imagen política, de servicios de información, de divulgación de la información pública, estudios importantísimos, contratos increíbles que nadie tenía que cuestionar.

En fin, todos estos actores gozaban de la dicha de pertenecer a un país maravilloso, con un denominador común que les creaba la felicidad; todos con grandes fortunas económicas y una vida de magnates.

La clase media, mal que bien, luchando como lo recomienda hasta la iglesia, para lograr el sueño del mexicano, salir de este maldito estado que es ser clase mediera, pero siempre con la esperanza de algún día lograr ser como “los de arriba” y alejarse de “los de abajo”.

Eso sí, los de arriba siempre tratando de nunca verse, ni ser, ni parecerse a “los de abajo”.

¿Qué diablos le pasó a México entonces?

 

Viene la 4ª transformación de López Obrador y cambia el paradigma de todos.

Comenzarnos a cuestionarnos, comenzamos a pensar, comienzan a cancelarse contratos, los políticos comienzan a saber que no son intocables de la justicia, los corruptos comienzan a enfurecerse, la prensa comienza a liberarse, los pobres a pensar que el país puede cambiar, los políticos a pensar que, si se alían con los que perdieron sus privilegios, podrán recuperarlos, oh, estos es una tragedia.

De repente todo se vuelve difícil en México, gobernar, que no te atrapen si robas a la Nación, ganar contratos en el gobierno limpiamente, los personeros de la iniciativa privada a hacer fortunas legalmente, los jueces a hacer justicia, la autoridad electoral a hacer elecciones limpiamente, no teníamos experiencia para todo esto y más.

¿Estamos aprendiendo?

¿Cuántos gobernadores, políticos, expresidentes, sicarios de la prensa, multimillonarios, se necesitan para que todos entendamos que el cambio nos beneficia a todos, no a unos cuantos?

Que difícil es vivir ahora en México.