Desde hace por lo menos tres décadas el tema de la seguridad ciudadana se ha transformado en un tema por demás importante dentro de las agendas públicas de las distintas autoridades tanto federales, estatales y municipales, que igualmente cabe señalar que esta importancia no ha sido de la misma magnitud para todos los gobiernos en los que muchos de ellos solo han tratado de dosificar el tema sin que le den el interés que este reviste y no como un resultado u obligación de la administración de esos gobiernos, sino como un tema que realmente se tiene que atender desde sus causas y factores para poder apalear y avanzar con resultado óptimos en la materia de la seguridad ciudadana.

Dicho conceptos de seguridad ciudadana surge como una respuesta ante el incremento de la criminalidad y la violencia que se presenta en tal o cual estado, sino como una generalidad de estas manifestaciones de criminalidad, de tal suerte que una de las características de las tantas definiciones que se le pueden dar a este concepto de seguridad ciudadana es: “el no temer a una agresión violenta, saber respetada la integridad física y patrimonial y sobre todo poder disfrutar de la privacidad del hogar sin miedo a ser asaltado, además de circular tranquilamente por las calles sin temer un robo o una agresión” (PNUD, 1998)

Partiendo de esta definición identificamos dos dimensiones de dicho concepto, siendo la una objetiva y representada por el incremento o disminución de los delitos; y la otra subjetiva representada por el sentimiento de seguridad de los ciudadanos, es decir, por la sensación de temor de la población con relación a la probabilidad de ser víctima de un delito. Por ello al considerar la seguridad ciudadana en un sentido amplio como el conjunto de problemáticas que afectan la calidad de vida de las personas tenemos que pensar que en esta área de la seguridad existen problemas relativos que mucho tienen que ver con la seguridad y que no necesariamente se expresan en las estadísticas de delincuencia y me refiero a las diferentes causas y factores que pueden intervenir en el problema de la inseguridad que se presenta.

De tal suerte que es ineludible forjar una nueva convergencia de participación estrecha en materia de prevención, entre quien está más que claro obligados por mandato constitucional como son los gobiernos en sus diferentes niveles, pero además con quienes son los consumidores de un producto que en términos figurativos lo pudiéramos llamar de esa forma como es el tema de la seguridad y que son los propios ciudadanos los consumidores de dicho producto simbólico, es preciso tener la apertura de concebir la seguridad no como publica sino en una de las dimensiones del ser humano verla como una seguridad ciudadana y que en conjunto instituciones y ciudadanía inherentemente se logre una seguridad integral que será beneficiaria de todas y de todos de una manera integral en todos los sentidos que nos lleve a afianzar el concepto de seguridad humana en la cual el objeto de la seguridad no sea únicamente el Estado, sino la persona humana concebida de manera integral.

Y lo anterior que pudieran parecer solo un par de acepciones, si se cristaliza de manera objetiva, armónica, y coadyuvando permanentemente instituciones y ciudadanía en general, se pueden lograr mejores estadios en un tema que no solo lacera a un sector de la propia sociedad que no es privativo de clases sociales, credos o razas, sino que nos atañe a todos como seres humanos, pues no podemos seguir viviendo en la barbarie de la criminalidad y la violencia que esta conlleva para todas y todos, es tiempo pues de poner manos a la obra y que instituciones y ciudadanía logremos transformar con valores, educación, probidad moral y espiritual, forjando un presente con miras a un mejor futuro para todas y todos.

Diego Varela de León

Libre pensador, amante de la música y del deporte