Sin duda y derivado que en el pasado las malas, nulas o simuladas políticas públicas en temas de criminología educativa devienen las condiciones en las que se encuentra nuestro país y que son precisamente una herencia de un periodo de gobiernos neoliberales que no tuvieron el tino adecuado para entender y sobre todo atender esa sentida demanda social y que de forma profunda van más allá de las conductas delictivas simples, pues provienen precisamente de esa malas, nulas o simuladas políticas criminológicas con respecto a los comportamientos del crimen organizado que en nuestra país se viven dado el campo de cultivo fértil que tuvo la criminalidad establecida por las condiciones criminógenas que devienen del pasado.
Dentro del conocimiento científico y popular la educación se constituye como uno de los más importantes factores que componen la prevención social del delito, digamos que es un factor anticriminogeno y válgame este termino aun y cuando este no este científicamente acuñado y asiento lo anterior dado que la mayoría de los factores criminógenos extrínsecos pueden ser ubicados dentro de la desintegración familiar, el medio social hostil, la falta de educación o deficiencia de la misma, la influencia nociva de los medios de comunicación, la pobreza, la ignorancias, las marcadas asimetrías sociales entre otras tantas.
por lo tanto no es de extrañarnos que la educación y más allá de esta el establecimiento de un proyecto de vida por parte de los que se encuentran dentro de poblaciones en riesgo puede disuadirlos de la comisión desde una falta administrativa hasta un delito, pues la antagonia entre la escolaridad y el delito datan de muchas generaciones atrás y se perciben como dos actividades contrapuestas y tal como lo señala Kessler (2004); la escuela es responsable de una socialización exitosa, es la formadora del ser humano que va a vivir en la sociedad, que se va a integrar a las dinámicas, regulaciones y convivencia, mientras que el comportamiento antisocial y delictivo se constituye como una más de las opciones para aquellos que quedaban excluidos o poco favorecidos por el sistema educativo. Pero no es solo la falta de atención y oportunidades que ofrece el sistema educativo son la causa de que los individuos decidan optar por opciones ilegales para su supervivencia, se aúna el desempleo, las asimetrías sociales, la corrupción, la impunidad, la injusticia social con respecto a las oportunidades y a los servicios ofrecidos a la población.
Por ello en muy buena medida se deberá partir de la idea de que la prevención y el tratamiento en instituciones dedicadas a la prevención y atención a las niñas, niños y adolescentes deberá estar basada en la educación, es decir en una criminología educativa bien implementada, por lo que se hace muy necesario establecer y aparejar las estrategias de políticas educativas con las de prevención basadas principalmente en valores. Y es muy conveniente lo antes asentado dado que durante mucho tiempo se la ha dado poca importancia a la educación como una forma de llevar a cabo prevención de conductas tanto antisociales como delictivas, ya que por lo regular se le otorga más relevancia a buscar formas de reprimirlas, todo esto por medio de un aumento de penas y sanciones estipuladas en las leyes respectivas, pero siempre orientadas a la represión antes que la prevención, sin considerar lo que en su momento expuso Alfonso Quiroz Cuarón en su investigación denominada “costo social del delito” quien asentó que: “es más costoso reprimir que prevenir”, de aquí la importancia de una intervención adecuada de la criminología educativa.